jueves, septiembre 27, 2007

La velocidad de las cosas


...Sólo a través de la intuición se llega al más profundo de los conocimientos. Hay un instante en que, sin saberlo, todo adquiere un mismo impulso y una misma armonía y un sonido inconfundible y preciso. El sonido de la velocidad de las cosas. El sonido de la velocidad de las cosas es el sonido que Dios hace al respirar, tan lejos de nosotros. Algo de eso hay en el segundo en que cambian las mareas o en el chasquido de los primeros copos de nieve desprendiéndose de los cielos. Pero son partes sueltas como estos huesos que ahora buscamos quien sabe para qué. Yo me refiero a algo diferente. A todo eso al mismo tiempo y en un mismo lugar. Son los contados momentos en que Dios se hace presente para los hombres y les obsequia la oportunidad de, por unos minutos al menos, sentir lo que sólo siente un Dios. Hay que estar muy atento para no desperdiciar la ocasión de saber cuán afortunados somos de no ser dioses. A esto y a nada más que a esto se limita mi forma de oración, de rendir culto. No perder tiempo en los templos pensando que Dios no escucha cuando en realidad lo único que le interesa es que, de tanto en tanto, nosotros lo escuchemos a él. Por eso no dejar nunca que la oportunidad se escape. Y cuando esa oportunidad llega, abrazarla con fuerza, reclamarla como propia por el tiempo que ella esté con nosotros...




Rodrigo Fresán
fragmento de Ultima visita al cementerio de los elefantes
en La Velocidad de las cosas
Buenos Aires, Sudamericana, 2006.

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