lunes, junio 23, 2014

Miró


Trabajo como un hortelano o como un vendimiador. Las cosas llegan lentamente. Mi vocabulario de formas, por ejemplo, no lo descubrí de pronto. Se formó casi a mi pesar.
Las cosas siguen su curso natural. Crecen. Maduran. Hay que injertar. Hay que regar, como con la ensalada. La cosa madura en mi espíritu. De modo que trabajo siempre en muchas cosas a la vez.
Cuando una tela no me satisface, siento un malestar físico, como si esuviera enfermo, como si mi corazón funcionara mal, como si no pudiera respirar ya, como si me ahogara.
Trabajo en un estado de pasión y arrebato. Cuando comienzo una tela, obedezco a un impulso físico, la necesidadad de lanzarme: es como una descarga física. Naturalemente una tela no puede satisfacerme en seguida. Y al principio siento ese malestar, pero como soy muy peleón en esas cosas, entablo el combate. Es un combate entre lo que hago y yo, entre la tela y yo, entre mi malestar y yo. Ese combate me excita y me apasiona. Trabajo hasta que cesa el malestar.

Miró, el pintor de las estrellas. / Punjet Miró y Lolivier Rahola