sábado, junio 23, 2007

La Tempestad. Notas breves y caóticas.

J. M. WILLIAM TURNER (1775-1851)
El alba en el castillo de Norham (1835)
  • Los Cuadernos de Turner
Al borde de la disolución...(Ver Acto IV)
Sus pinturas y sus cuadernos de notas, bellos e impalpables, parecen disiparse en el aire.
Entre 1830 y 1840 Turner realiza tres viajes a Venecia, una ciudad que lo conmueve profundamente y donde pinta obras maravillosas.
Los siguientes fragmentos están tomados del libro Venecia Negra, escrito por Javier Cófreces y Alberto Muñoz, editado en Buenos Aires en septiembre de 2003. En el capítulo VII, El cuaderno rescatado, presentan una versión de los escritos hallados en 1874 del que se conservan sólo unas veinte páginas.

La numeración (arábiga y romana) con que aparecen los textos responde a la apuntada por Turner / Están destacadas en bastardilla las palabras que el pintor prefirió escribir en italiano, por lo general, para cerrar algunos de sus apuntes.

17. He leído una vez en Finomeno que dios se complacía mostrándose en lugares húmedos. El agua sería un vehículo de la divinidad; quizá sea ése el motivo por el cual la estadía en Venecia me resulte tan perturbadora y, a la vez, un punctum caecum.
1o5. El encanto del cielo y la luz de las estrellas apartan el mundo desolado. La noche tiene los colores del mar. Navego en silencio.
CXII. La luna permanente y el agua discontinua. Así hay que comenzar cualquier biografía. Ayer viajé en una pequeña embarcación.../ Entrados en el mar, fuimos visitados por un prisma de colores que bajaba de una cúpula octogonal. Tomé unos apuntes en estado de bruma. Las hojas del cuaderno se mojaban y la tinta se diluía por efecto de la humedad, como si alguna fuerza propia se encargara de hacer desaparecer los bocetos y las palabras: comulgar.
132. Los maestros holandeses me han dado una pequeña idea: cerrar los ojos.
175. Acostumbrado a los incendios, mis ojos vieron ayer una quema de papeles en el notariado. Uno de los libros tardaba en arder, habían desaparecido sus tapas y en la humedad de las hojas resaltaban centenares de firmas. Los garabatos se retorcían deshaciéndose, desapareciendo para siempre de la victoria del tiempo. El viento se llevaba algunos papeles encendidos, la queja de los gondoleros era natural; más allá los perros husmeaban en la podredumbre.
225. No les daré lo que esperan de mí. Destruyan mis dibujos. Arrojen al mar mis apuntes. Olviden mis pinturas. Partiré hacia donde no me esperen. Viajaré sujeto a la misma tempestad que azota mi alma. Nada detendrá mi anhelo de respirar el aliento de Dios.
291. De haber sido un dios, no habría perpetuado la imagen; la imagen ha destronado la posibilidad de lo semejante. El pensamiento que busca la imagen es rastrero, aquel que busca lo semejante es divino.
para ver algunas obras de Turner: http://www.ibiblio.org/wm/paint/auth/turner/

  • Simone Weil
Todo poder es inestable, ya que los instrumentos del poder, armas, oro, máquinas, secretos mágicos o técnicos, existen siempre por fuera de aquel que dispone de ellos y pueden ser tomados por otros

Reflexiones sobre las causas de la libertad y la opresión social
(1934)
  • Jan Kott. La varita mágica de Próspero
...La Tempestad es sobrecogedora y severa, lírica y grotesca; es -como todas las grandes obras de Shakespeare- un apasionado reajuste de cuentas con el mundo real. Para comprender así La Tempestad hay que volver al texto shakespeareano y al teatro shakespereano. Hay que apercibir en ella un drama de los hombres del renacimiento y de la última generación de los humanistas. En este sentido, pero sólo en éste, puede encontrarse en La Tempestad una autobiografía filosófica de Shakespeare y el summum de su teatro. La tempestad se convertirá en un drama de ilusiones perdidas, de amarga sabiduría y de frágil, aunque tenaz, esperanza. Reaparecerán en La Tempestad, entonces, grandes temas renacentistas: de utopía filosófica, de los límites del conocimineto humano, de la unidad del hombre y de la naturaleza, del avasallamiento de la naturaleza por el hombre, de lo que amanza el orden moral. Entonces veremos en La Tempestad el mundo contemporáneo de Shakespeare: el de los grandes viajes, de los recién descubiertos continentes y misteriosas islas....


....Veremos la época en la cual se había realizado una revolución en la astronomía, en la fundición de los metales y en la anatomía, época de la unificación de los científicos, filósofos y artistas; de la ciencia por primera vez universalizada, de una filosofía que había descubierto la relatividad de todos los juicios humanos; época de los más soberbios monumentos de la arquitectura y de los horóscopos astrológicos efectuados por encargo del papa y de todos los monarcas; época de las guerras de religión y de las hogueras de la inquisición, de un lujo de civilización hasta entonces desconocido y de las pestes que diezmaban las ciudades; veremos un mundo magnífico, cruel y dramático, que de repente pone de manifiesto todo el poderío del hombre y toda su miseria; un mundo donde la naturaleza y la historia, el poder de la realeza y la moralidad fueron despojados por primera vez de la consagración teológica.


...El teatro isabelino representaba el mundo. Encima del teatro shakespeareano, en el teatro "The Globe", había un enorme dosel sembrado de los dorados signos del zodíaco que simbolizaba el Cielo. Era todavía, como en la edad media, un Theatrum Mundi. Pero un Theatrum Mundi después de un terremoto.





Continuará...

No hay comentarios.: