miércoles, enero 18, 2012

Arnold Schoemberg / Tratado de Armonía

La ordenación que llamamos "forma artística", no es una finalidad en si, sino un medio auxiliar. Como tal podemos aceptarla, pero rechazándola si se nos quiere presentar como un valor superior, como una estética. Eso no quiere decir que deban faltar en una obra de arte el orden, la claridad y la inteligibilidad, sino simplemente que por "orden" no debemos entender sólo aquellas cualidades que nosotros percibimos como tales. Pues la naturaleza es también hermosa cuando no la comprendemos y cuando nos aparece como caótica.
Una vez curados de la locura de pensar que el artista crea por razones de belleza, una vez que que se ha reconocido que sólo la necesidad lo obliga a producir lo que, quizás, designaremos luego como belleza, entonces es cuando se comprende que la inteligibilidad y la claridad no son condiciones que el artista necesita para instalarlas en la obra de arte, sino condiciones que el espectador espera ver satisfechas. En las obras que el espectador conoce hace tiempo, como las obras maestras del pasado, incluso el espectador inexperto encuentra tales condiciones; porque ha tenido tiempo de adaptrase. Pero en las obras nuevas o desconocidas para él hay que dejarle tiempo.


Lo que hoy es lejano, mañana será quizás cercano, basta con ser capaz de acercarse.