martes, julio 19, 2005

Teatro en Puig. Triste golondrina macho. Turín, 1988. Fragmento

Primero era una lágrima ardiente, quemaba sin lástima, una gota hiriente de hierro derretido, que creció y tomó la forma de una daga, filosa, hasta no caber más dentro y traspasarme el corazón y las costillas. Esa daga candente era el diablo mismo, quería quemarme y reducirme a polvo, si tu me olvidases yo me volvería polvo, y el viento me podría diseminar por los cuatro rumbos de la brújula y ya no me reconocerías nunca más, entera, en tu pensamiento, sé que a algunas muertas les pasó eso. Muertas que no tienen en el mundo quien las quiera

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