lunes, junio 23, 2014

Miró


Trabajo como un hortelano o como un vendimiador. Las cosas llegan lentamente. Mi vocabulario de formas, por ejemplo, no lo descubrí de pronto. Se formó casi a mi pesar.
Las cosas siguen su curso natural. Crecen. Maduran. Hay que injertar. Hay que regar, como con la ensalada. La cosa madura en mi espíritu. De modo que trabajo siempre en muchas cosas a la vez.
Cuando una tela no me satisface, siento un malestar físico, como si esuviera enfermo, como si mi corazón funcionara mal, como si no pudiera respirar ya, como si me ahogara.
Trabajo en un estado de pasión y arrebato. Cuando comienzo una tela, obedezco a un impulso físico, la necesidadad de lanzarme: es como una descarga física. Naturalemente una tela no puede satisfacerme en seguida. Y al principio siento ese malestar, pero como soy muy peleón en esas cosas, entablo el combate. Es un combate entre lo que hago y yo, entre la tela y yo, entre mi malestar y yo. Ese combate me excita y me apasiona. Trabajo hasta que cesa el malestar.

Miró, el pintor de las estrellas. / Punjet Miró y Lolivier Rahola

lunes, agosto 06, 2012

Hablar Solo / Abril - Mayo 2014



Clínica de Monólogos 

Contacto: andychaconalvarez@hotmail.com


Inicio: 4 de Abril
Nuevo Horario: Viernes de 19:30 a 22:00
8 encuentros (abril/mayo)

jueves, mayo 10, 2012

miércoles, enero 18, 2012

Arnold Schoemberg / Tratado de Armonía

La ordenación que llamamos "forma artística", no es una finalidad en si, sino un medio auxiliar. Como tal podemos aceptarla, pero rechazándola si se nos quiere presentar como un valor superior, como una estética. Eso no quiere decir que deban faltar en una obra de arte el orden, la claridad y la inteligibilidad, sino simplemente que por "orden" no debemos entender sólo aquellas cualidades que nosotros percibimos como tales. Pues la naturaleza es también hermosa cuando no la comprendemos y cuando nos aparece como caótica.
Una vez curados de la locura de pensar que el artista crea por razones de belleza, una vez que que se ha reconocido que sólo la necesidad lo obliga a producir lo que, quizás, designaremos luego como belleza, entonces es cuando se comprende que la inteligibilidad y la claridad no son condiciones que el artista necesita para instalarlas en la obra de arte, sino condiciones que el espectador espera ver satisfechas. En las obras que el espectador conoce hace tiempo, como las obras maestras del pasado, incluso el espectador inexperto encuentra tales condiciones; porque ha tenido tiempo de adaptrase. Pero en las obras nuevas o desconocidas para él hay que dejarle tiempo.


Lo que hoy es lejano, mañana será quizás cercano, basta con ser capaz de acercarse.

jueves, septiembre 15, 2011