domingo, julio 09, 2006

John Berger (sobre Degas)


Las obras más hermosas de Degas son en verdad chocantes, pues empiezan y acaban en un lugar común -en lo que Wendy Lesser denomina "la cotidianeidad" de la vida-, y siempre encuentran ahí algo impredecible y desolado. Y en esta desolación hay un recuerdo del dolor o de la necesidad.
Hay una estatuilla de una masajista dando masaje en la pierna a una mujer tumbada que yo leo como una confesión. No una confesión de que le empezaba a fallar la vista, ni de una necesidadad reprimida de acariciar el cuerpo de una mujer, sino una confesión de su fantasía como artista, de aliviar tocando, aunque el tocar fuera solo el roce de un carboncillo sobre el papel. ¿Aliviar qué? Esa fatiga de la que toda carne es heredera...
De El tamaño de una bolsa (2001)

No hay comentarios.: